Porque lo prometido es deuda, le cuento un poquito acerca de la felicidad: there are no happiness pills as there are no happy endings. No hay pastillas para la felicidad como no hay finales felices.
La felicidad no es una cosa que se logre de repente y ya está. El hombre o mujer feliz no deja de dolerle la muerte de un ser querido, ni deja de afectarle la situación de medio oriente, ni ninguna de esas cosas. Felicidad no es apatía. La felicidad es duro trabajo.
Y es que para ser felices debemos no identificarnos con nada, especialmente no con nuestros sentimientos. Están ahí, pero no son yo; yo estoy más acá; sólo desde esa conciencia podemos ver lo bueno y lo malo como un pasar, nada más que un pasar. Tener la posibilidad de experimentar ese pasar, de ser energía autoconciente... es asombrosísimo. Se es feliz cuando podemos estar agradecidos de ese simple hecho y vivir la vida desde allí.
No hay finales felices. Sólo hay finales. La felicidad la ponemos nosotros, y sin embargo no nos pertenece.
En la próxima entrada, sobre las personas demandantes.
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