Estando en el umbral de los 30 años, es de esperar que muchos de mis amigos y amigas tengan hijos o estén entrando en el mundo de la paternidad. Yo mismo tengo sobrinos y pues es todo cuestión de tiempo: más y más hijos e hijas irán apareciendo por ahí.
Lo que me interesa acá es entrar en el tema del amor; parto hablando de los hijos porque el amor de los padres a los hijos tiende a ser cuestión que nos desborda. Pero por ahora suspendo este tema, que me voy a dar un paseito y ya volvemos a él.
A su izquierda ve usted una imagen de Oc, el Perro en los kin maya; como sugiero en el título de esta entrada, Oc es el poder del amor. El Perro, muy como su contraparte animal, es lo social: las relaciones interpersonales, el vivir en comunidad, el amor de pareja, de familia; todo eso es el mayor foco de atención para la gente de esta tribu. Justamente por eso, Oc es muy leal; es un grandioso amigo y amante; muy de entregar, de estar ahí, de jugársela por los suyos... los perros viven en manadas. Es su estrategia de supervivencia, y por lo mismo cuidan a la manada y su territorio.
El problema de Oc está en la espera. Espera muchas cosas: recibir a cambio de su entrega, y se enoja o se siente agredido cuando los que considera de su manada no responden a su entrega como a él le gustaría; en lo amoroso, espera que llegue la persona, la media naranja, el alguien que lo complete. Su aprendizaje, entonces, es aceptarse a sí mismo tal y como es, para sentir en ese acto que es amado justamente por ser como es, que no necesita de alguien más que se lo confirme. Que el infinito lo ama incondicionalmente... sólo desde esa certeza puede Oc (y todos con él, dicho sea de paso) entregar libremente, entregar porque le gusta entregar y no porque espera recibir.
Desarrollar esa conciencia es un desafío no sólo para la tribu Perro; de hecho, si me siento a escribir sobre Oc es porque veo que su enseñanza es necesaria en estos tiempos. Su sombra está sobre todos nosotros, mismo como la del Guerrero en la entrada anterior. Esto no es culpa de nadie, es sólo lo que nos toca superar a los que vinimos a nacer en este lugar, en este momento, en este mundo.
Estamos entrenados para pensar que lo que entregamos no regresa, y que por lo tanto debemos ser muy celosos y cuidadosos de a quién le entregamos qué, también porque el otro es rival y competencia. Hasta cierto punto esto está bien: sí debemos aprender a decidir qué entregamos, a quién y por qué, pero para llegar a ese conocimiento hay que practicar. Hay que entregar y ver cómo vuelve esa entrega.
Es por eso que es importante dejar de lado nuestros miedos y aprehensiones; suspender nuestras expectativas y así aprender a ver cómo se nos devuelve lo entregado. A veces, nuestra forma de atención habitual diría por ejemplo "le entregué amor a esta mujer y ella va y se mete con otro, ¿cómo es eso recibir de vuelta?"; y pues recibió usted una lección importantísima. La próxima vez medirá su entrega y sabrá reconocer cuando la mujer es verdadera y cuando no sabe lo que quiere...
Lo primero que debemos trascender entonces son nuestras ideas de "bueno" y "malo". No todo lo implacentero es malo y no todo lo placentero es bueno... nada es ni lo uno ni lo otro en realidad, porque todo es lo que es, simplemente, y en algún momento dejará de ser. Todo es impermanente; saber esto, saberlo en el cuerpo, es lo que nos permite sentirnos agradecidos de percibir lo que sea: bueno, malo, bonito, feo, venga como venga. Si ya nos sentimos agradecidos ya estamos en una vibración receptiva hacia el universo, y en esa vibración aprender lo que se nos enseña sale natural y fluido.
Ahora, me engancho de lo impermanente para volver al principio y hablar un poco de la paternidad. Yo no soy padre; no me tocó ser mujer en esta vida tampoco, así que no sé lo que es llevar a un ser en el vientre y todo eso... pero sí sé que tampoco podemos dejar que ese amor nos desborde. Tampoco podemos dejarnos llevar por la idea de que "lo que salió de mi cuerpo es mío"... nuestro cuerpo tampoco es nuestro; es prestado. No nos lo llevamos con nosotros cuando morimos. Lo mismo pasa con los hijos: no son nuestros, no son nuestra responsabilidad absoluta; son de la vida, y ella se encargará de ponerlos a prueba, de ir mostrándoles su camino.
Seguro que se enojó un poquito conmigo cuando hablo así desprendidamente de los hijos. Seguro que la idea de que no son su responsabilidad le choca. Y es que en nuestra sociedad se nos ha entrenado para enfocar nuestra atención con terquedad, y así hacernos responsables de cosas que no son nuestra responsabilidad -particularmente los demás y sus actos o intenciones. Se espera entonces que nos hagamos cargo de los hijos, económicamente primero y también amorosamente, educativamente, en fin... de todas las formas.
Yo no vengo a decirle que abandone a sus hijos en la mitad de la calle porque a quién le importa. Vengo a decirle que les entregue lo que quiere entregar: que si los va a mantener económicamente y de todas las mentes habidas y por haber, que sea porque usted quiere, y no porque "es su deber". Sus hijos no dependen de usted, aunque parezca que sí.
Si usted se muere, sus hijos encontrarán la manera de sobrevivir, y no hay tragedia en eso; si acaso los abandonara, ellos quedan en manos de su propia voluntad: si es fuerte, y si la vida lo pide, sobrevivirán. Tampoco hay tragedia en eso. Sólo decisiones de las que cada uno debe hacerse cargo. Insisto, no estoy hablando de apatía o desinterés porque el desprendimiento no es ni lo uno ni lo otro, sólo digo que una vida, cualquiera sean sus circunstancias, es un camino, y ningún camino es mejor que otro porque todos terminan en lo mismo y apuntan a lo mismo: todos vamos a morir, y todos estamos aquí para aprender y enseñar.
Los hijos entonces vienen a enseñarnos todo lo que nos falta por trabajar, por trascender. Vienen a terminar nuestro trabajo, y por eso se dice que "nos eligen" como padres. Pero también vienen a hacer su propio trabajo, a forjar su propio camino, y allí es cuando el desprendimiento de los padres se vuelve tan importante -si bien es cierto que también por eso "nos eligen", que somos parte de su camino, ese camino no es nuestro ni de nadie más que de ellos.
No se engañe creyendo que ese armar camino comienza a los dieciocho años o cuando sea; el camino comienza desde que la vida comienza: no es casualidad que hayan nacido donde nacieron, en este mundo, aquí y ahora... para el infinito todos los mundos son el mismo mundo; todas las vidas son la misma vida; y así que lo mismo le cuesta que alguien nazca aquí o allá, ahora o en el pasado o en el futuro (¡como si esas cosas existieran!). Así las cosas, nada de eso puede ser casualidad.
Está bien querer mucho a los hijos. Está bien que lo quieran mucho a uno y permitirse sentirse regocijado por ese amor. Todo eso es muy bonito y bienvenido sea. Sólo deja de estar bien cuando permitimos que nos desborde; cuando, como Oc, creemos que sólo somos completos por nuestra función de padres o por lo que entregamos a nuestros hijos; cuando esperamos cosas de ellos (por ejemplo, que sean todo lo que no fuimos; que cumplan lo que sentimos que no cumplimos y nos tiene frustrados; etc.)... los hijos no son nuestros, son de la vida. Es la vida, la Tierra, y el infinito todos juntos los que piden prestado un vientre para poder dar inicio a otro camino, a otra vida, a otro agente que transmitirá sus aprendimientos a los poderes que nos guían.
Pero este pedir prestado no es gratuito: el universo nunca toma sin dar a cambio. Cualquiera estará de acuerdo conmigo en que los niños son una maravilla; son una luz en el mundo, un recuerdo permanente y viviente de nuestro origen; su amor puro y transparente nos recuerda la virtud de amar sin esperar nada a cambio... todo eso y más recibimos de los hijos, sean "nuestros" o de otras personas. La gracia es poder ver lo grandioso que es eso para entonces no quedar esperando más; es poder sentirnos completos, porque, ya lo decía, sólo desde ahí podemos practicar el desprendimiento, el entregar libremente como nos entrega el universo a nosotros.
Quizás todavía no me cree y/o todavía está enojado conmigo. Está bien. Está en su derecho. Pero lo que digo acá es en realidad un mensaje de libertad: libérese, olvídese del deber ser, que de nada sirve. Es importante que lo diga ahora le moleste a quien le moleste, porque a todos se nos ha acabado el tiempo; seguro que lo ha notado usted. Seguro que de un tiempo a esta parte le vienen pasando cosas fuertes y ha tenido que enfrentarse a sus miedos; ha tenido que derrumbar torres de certezas... tampoco eso es casualidad.
El amor más grande y más incondicional es el que permite al otro ser el que es -el amor desprendido. Ese es el amor que tiene el infinito hacia todos nosotros, y prueba de ello es que somos los que somos: si no se nos amara por ser así, algún impedimento cósmico nos obligaría a ser de otra manera. El hecho de que no haya ninguna suerte de impedimento cósmico para nada ha de ser entendido como un mensaje: vinimos a esta tierra a experimentar corporalmente el amor incondicional, a aumentar esa llama en nuestro interior y entibiar con este fuego los corazones de los demás. Pero tiene que ser un calor tibio; no sirve si nos quema o si quema a los demás, ni siquiera a los hijos, porque entonces sólo hace daño.
Un temita ad-hoc, que además es buenísimo: Ruben Blades - Amor y Control
Entradas populares
-
Un Kin Maya se define como la combinación de un sello solar más el tono lunar. La base de todo esto son los calendarios mayas: uno solar, ...
-
Hoy quiero hablar un poco sobre Chicchán y Men, la Serpiente y el Águila en los kin maya. Quiero hablar de ambos al mismo tiempo po...
-
El propósito de este blog es, primero, dar a conocer mis terapias; esto es, tener un espacio público y difundible donde hablar de lo que o...
-
Estando en el umbral de los 30 años, es de esperar que muchos de mis amigos y amigas tengan hijos o estén entrando en el mundo de la pater...
-
El punto que quiero desarrollar aquí es que el diablo es sólo el primero de los locos, el más incromprendido de los incomprendidos. No...
martes, 19 de agosto de 2014
Oc, Poder del Amor.
Etiquetas:
amor incondicional,
auto sanación,
calendario maya,
esencias chamánicas,
esencias mexico antiguo,
kin maya,
masajes relajacion,
masajes thai,
nuestros hijos,
Oc,
Terapia holistica
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario